
Un ser longevo, perdurable y eterno, me encantaba descubrir su vida a través de las arrugas de su cara.
Su trabajado rostro me mostraba como había sido su recorrido por este mundo.
Sus épocas duras y sus pocos momentos felices.
Mi mente fabricaba su historia y pasaban las horas recordando una vida que no era la mía.
No hablabamos, tampoco lo necesitábamos.
Algún día encontraré a un niño observándome descaradamente y sabré cual es su curiosidad.
Está clara una cosa, que tener tiempo para poder detenerse a contemplar los pequeños detalles es bueno, y significa que la vida no va tan rapido a veces.
ResponderEliminarTe doy un 10 en esta primera reflexión.
Estaría bien poder detenerse cuando todo va tan rápido y las cosas se hacen por inercia.
ResponderEliminarEs la mejor manera de recuperar el aliento y volver a ver la esencia de la vida.