sábado, 20 de febrero de 2010

CAPÍTULO 6. LA EXTRAÑA REACCIÓN

¿Cuanto faltará para llegar a mi destino?, me pregunté y comencé a obsesionarme con ello.
Estoy cansado de tanta charla, de tanto sermón.
Era una equivocación tras otra...
Me levanté de mi asiento con la intención de ver el cartel que se encontraba en una de las paredes del vagón, en la parte superior y en zona cercana al chico del suelo, en donde se veía dibujada la línea por la que mi tren circulaba y en donde esparciría mis dudas sobre el espacio-tiempo.
Como un radar fui perseguido a lo largo y ancho de todo el vagón por esa anciana, por su mirada.
También me percaté que poco a poco y progresivamente, uno tras otro, todos comenzaron a mirarme, incluso el que tirado en el suelo se hayaba, que no había separado su vista de la maquinita en ningún momento del viaje, como si quisieran saber que iba a hacer, controlar mis movimientos, a donde me dirigía...parecía como si todos estuvieran allí por mí o para mí.
Me sentí bastante intimidado, no consideré que fuese tan extraño, levantarse en pleno trayecto para supervisar o reconsiderar mi destino.
Todos me estaban mirando, siguiéndome con la mirada, girando sus cabezas incluso, cambiando sus posiciones para no perderme de vista.
Comencé a sentir miedo. Miré a mi acompañante que no decía nada. Era el único que miraba para otra parte que no fuera yo. Se observaba las manos, como cuando lo conocí.
¿Qué está pasando ahora?, pregunté a quién pensé que me ayudaría.
No obtuve respuesta. Continuaba fijo en sus manos como si fuesen de oro, las admiraba como si brillasen y las elevaba y movía con movimientos rotatorios.
Lo decidí...me bajaría en la siguiente estación, en cuanto parase el tren y se abriesen las puertas saldría corriendo y creo que incluso me esperaría al siguiente tren o marcharía hacia la superficie, donde la luz es clara y natural y todo parece diferente.
¡Me estoy volviendo loco!, grité.
¡Siéntate y calla!, no escandalices a estas personas, me dijo el que hasta ahora había estado conmigo (todo esto mientras continuaba queriendo cortar el poco aire del interior del vagón con las manos y sin mirarme a la cara).
¡No quiero sentarme!, grite nuevamente y acto seguido retrocedí un paso, al ver que el chico de la maquinita que se encontraba en el suelo se levantó y se dirigió hacia mi.
¿Que quiere este?
Siguió caminando, paró y se giró hacia su derecha. Tan sólo se puso frente a la puerta, creo que iba a bajar en la próxima parada.
Miré a través del cristal de la puerta su reflejo y me impresionó la cara de miedo y espanto que mostraba, dejó de jugar a la maquinita y la sujetaba fuertemente con una mano temblorosa.
Sus ojos se movían de lado a lado rápidamente como convulsionando, su nariz parecía tener corazón, palpitaba muy deprisa a causa de la hiper ventilación.
Estaba controlándome, estaba vigilándome, estaba aún más asustado que yo.

2 comentarios:

  1. Cada día al conectarme entro a este blog para ver si hay un nuevo relato,lo leo y cada vez me engancho mas a esta historia...No sabes lo siguiente que va a suceder....por lo tanto,la intriga asalta a la mente,jejejeje.......me encanta,espero q sigas escribiendo Domin,y mi gran enhorabuena.....eres un gran escritor!!!!

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  2. Muchas gracias Rabeca, por tus palabras.
    El blog está hecho a conciencia para eso mismo.
    Ya llegará la siguiente historia y otra más...y como no, aunque haya algunos textos más difíciles de comprender, todo se entenderá al final.

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