miércoles, 17 de febrero de 2010

CAPÍTULO 3. EL MUCHACHO DEL COMIC

Una nueva parada y yo vuelvo a la realidad, las puertas vuelven a abrirse, nadie baja, pero una persona más alimenta el vagón.
Es un chico joven, blanco, muy moderno en su vestir, cazadora con capucha, pantalón vaquero negro, zapatillas y un extraño gorro de piel con orejeras y visera. Su look es un tanto informal acompañado de barba de tres días.
En su hombro porta una mochila, entra esquivando al pasajero que se encuentra en el suelo, como si nada, y se sienta en la otra punta del vagón.
No dice nada, sólo introduce su mano derecha en la mochila y extrae de la misma un comic.
Hacía mucho tiempo que no veía un comic y menos en las manos de una persona tan joven.
No pasa un minuto, cuando comienzan a resonar ecos en el vagón de risas enmudecidas, carcajadas amordazadas.
¿Quieres saber de que se ríe?, me pregunto mi extraño acompañante.
Imagino que del comic, de sus historias, debe poner algo gracioso, contesté.
De todas formas ese chico es un tanto extraño, se ríe sólo, sin vergüenza alguna de ser escuchado.
Fíjate lo que acostumbra a hacer cuando estornuda, interrumpió mi esporádico guía.
¿Cuando estornuda?, me pregunté, yo no lo he visto estornudar aún.
Mira, mira...
En ese momento y como si no se resistiera más, el chico comienza a rascarse la nariz y a gesticular, hasta que llega el estornudo,...aaattttccchhííísssssssss....., mete su cara dentro de las páginas del comic, pasa página y continúa riendo.
¿Un poco guarro esta persona, no?, pregunto a mi interlocutor.
¿Te lo parece?, contesta y mira fijamente.
Pues si, me reitero, a mi personalmente me parece esa actitud una guarrería.
¿Qué más ves en él?, continúa como si quisiera llegar a algún sitio.
Lo veo muy feliz, como muy contento y alegre.
¿Dirías que es desdichado?
Pues no lo creo. Es joven, moderno y alegre.
¿Quieres que saber de su historia?
Si, por favor.
Inmerso de nuevo en la nebulosa del pensamiento, mas propia del sueño, comienzo a visionar su vida frente a mi.
Veo un chico tímido que intenta ocultar su rostro, bajo una dejada barba y un gorro de talla extra grande que le tapa la mayor parte de su cabeza.
¿Porqué se tapará tanto la cara?, me cuestiono y envalentonado me levanto para mirarle más de cerca.
¡¡Dios santo!!, tiene la cara completamente desfigurada, hasta el punto que através de una cicatriz, se puede ver parte del maxilar superior.
¿Que le ha ocurrido?, consulto, pobre muchacho.
Es una enfermedad degenerativa y crónica de los tejidos, pero...
¿Porqué te da pena?, si hace un momento que lo veías y considerabas feliz y repleto de vida.
¿Pero es que no me has escuchado?, me reitero exaltado, ¡que no tiene cara!.
¿Y cuál es el problema?...él parece feliz.
¡Yo alucino!, ¿como va a ser feliz así?, está deformado, no puede mirar a nadie.
No te equivoques amigo, él sí puede mirar a la gente de frente, son los demás los que giran la cara y evaden la mirada.
Hay quien no asimila el deterioro físico y otros que simplemente se ven reflejados y exteriorizan frente a sí, su propio interior.
De hecho, él no se tapa porque se averguence de padecer una enfermedad.
Él no se va al final del vagón para pasar desapercibido.
Se va y se oculta para no estar frente a personas como tú.
¿Porqué?...¿Porqué lo juzgo?, pregunto enojado.
¿Y que hace él sino, cuando opta por recluirse sin conocer lo que puedo opinar o mi reacción?.
Él no te juzga a ti, compañero de viaje, no te juzga por que él es el juzgado, es un sentenciado y los sentenciados no pueden juzgar, no tienen esa opción.
Con esto calló, dejó de hablar y enmudeció.
Tampoco escuchaba ya la leve risa del muchacho, ni el estrepitoso ruido de la maquinita del que sentado en el suelo se encontraba.
Quede mudo, sordo y por un momento ciego, y un vacío inmenso se adueñó de mi alma.
Sentí frío y volví a mí.
Un nuevo estornudo me hizo recuperar la consciencia, volver a la realidad.
Miré de nuevo al muchacho y no conseguí volver a verle la cara, puesto que por alguna remota coincidencia, esta era tapada por aquel viejo comic de páginas amarillentas y polvorientas, de picos doblados, que en primera instancia me pareció nuevo.

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